¿Cómo conectar con lo que verdaderamente somos? ¿Cómo desprendernos de nuestras etiquetas y limitaciones? ¿Cómo desprendernos de nuestras reacciones, de nuestros automatismos?

El Eneagrama nos ayuda a hacer este trabajo de “desprendernos” de nuestras identificaciones y a ser capaces de experimentar quiénes somos en realidad. Nos enseña cómo los mecanismos de nuestra personalidad nos impiden movernos hacia alternativas más sanas y ricas, hacia lo que nos permite crecer y ser desde nuestra totalidad.

El punto es, que para ese “desprendimiento”, no basta con analizar, ni comprender solamente quiénes estamos siendo, como nos devela con asombrosa claridad el Eneagrama. Ni tampoco basta con hacer el trabajo de cambio, a mera fuerza de voluntad. Para hacer un proceso de transformación verdadero, y llegar a las profundidades de nuestro ser, es imprescindible cultivar nuestra percepción consciente.

La percepción consciente, implica estar atent@s, momento a momento, al presente, a cada instante vivido: a cómo nos estamos comportando, a cómo reaccionamos, a qué es lo que sentimos, a qué experimentamos, a qué pensamos…

Cuando somos capaces de advertir lo que estamos haciendo y de experimentar el momento presente, con amabilidad, apertura, y sin juicios, sea la experiencia que sea que estemos atravesando, podemos abrirnos a las posibilidades que tenemos para ser-hacer diferente, podemos corrernos de nuestra personalidad conocida e histórica de ser, corrernos y liberarnos de nuestros automatismos, elegir responder y accionar de manera más saludable y funcional en función de las exigencias del entorno y necesidades propias.

Por eso es. que el trabajo con el Eneagrama va de la mano y en sintonía perfecta con el cultivo de la percepción consciente. Uno con el otro, refuerzan y potencian el proceso de transformación y toma de consciencia.

¿Qué beneficios nos trae el ejercicio de la percepción consciente?

  • Cuando estamos atentos al momento presente, y permitimos que las experiencias pasen por nuestra consciencia, sin juzgarlas, sin querer modificarlas, sin intervenir, lo que ocurre es que no quedamos atrapadas en ellas, o en estímulo (sensación, emoción, pensamiento, sonido, etc.) que nos atrae la atención. Si por ejemplo, estamos angustiados, o tristes, o preocupados, podemos adquirir objetividad y perspectiva sobre lo que está ocurriendo dentro nuestro o respecto de lo que estamos haciendo. Esta consciencia y “forma de mirar” a la experiencia, nos alivia el sufrimiento.
  • Cuando entrenamos nuestra percepción consciente, poco a poco estamos cada vez más capacitados para estar también presente en los dificultades o problemas, a la vez, que estamos conscientes también de todos los recursos con los que contamos para afrontarlos. Podemos ver nuevas soluciones, y responder de maneras diferentes de acuerdo a las exigencias del contexto, (y no quedar atrapados en los hábitos de nuestra personalidad).
  • Cultivar nuestra consciencia, expandirla, nos abre a una verdadera relación con los demás y con el mundo que nos rodea. Nos abre al placer y la maravilla que cada momento presente nos regala. Sea la experiencia que sea, agradable, dolorosa, o inquietante, cada una de ellas, nos sustenta y enriquece, si la podemos experienciar conscientemente.

Aprender a observar, y a dejar pasar….

El cultivo de la percepción consciente nos facilita, y, nos invita, a observar y dejar pasar a los mecanismos de nuestra personalidad que nos atrapan e impiden nuestro desarrollo.

Esta tarea implica aprender a observarnos, a ver lo que surge en nosotros momento a momento. Y a ver y a observar también, qué es lo que nos está impidiendo estar en el aquí y ahora. Sea como sea la experiencia, tanto como si es agradable como desagradable, sólo tenemos que aprender a observarla. ¿De qué se trata esa experiencia? ¿Qué sensaciones surgen en nuestro interior “ahora” que la estamos experienciando? ¿Qué pensamientos aparecen? Y en este proceso de “observar”, las cualidades en nuestra actitud interna de apertura, calidez, y no juicios, son fundamentales para recibir y darle lugar a todo lo que aparezca en la consciencia. En la medida en que estemos presentes en lo que descubrimos, sea lo que sea, los condicionantes de nuestra forma de ser, de nuestros automatismos y reacciones aprendidas, comienzan a aflojarse… poco a poco, entramos en contacto con nuestra totalidad, y vamos descubriendo nuevas maneras de ser, y vamos conectando con nuestra esencia más pura.

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